En realidad, Juan Carlos se
proclamó a sí mismo rey de los españoles a la una de la madrugada del 24 de
febrero de 1981. De entonces le viene la auténtica legitimidad. A partir de ese
momento fue coronado por intelectuales, artistas, políticos y el pueblo llano,
el de la bota de vino. Desde esta fecha, el mármol más sólido que lo sostiene
es también el descrédito de algunos antidemócratas.
El País, 3 -03-85
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