La
corrupción, las formidables revelaciones del caso Gal y de los papeles del
CESID convulsionaron, como era lógico, la política y la misma vida pública. En
primer lugar, la alarma y el estupor generados propiciaron la sustitución del
espíritu de consenso que había presidido la transición por un enrarecido clima
de tensión y enfrentamiento. Partido Popular e Izquierda Unida, más
determinados medios de comunicación hicieron una durísima oposición al gobierno
-en lo que a veces pareció responder a una bien estudiada "estrategia de
la crispación"- ante la posibilidad real de liquidar la larga etapa de
hegemonía socialista... En segundo lugar, la naturaleza de varios de los casos
planteados creaba de hecho una situación de crisis institucional. En un momento
dado, mayo de 1994, estuvieron al mismo tiempo inculpados por la justicia el
gobernador del Banco de España y el director de la Guardia Civil , dos
de las instituciones básicas del Estado...En tercer lugar, la corrupción
planteó de nuevo la exigencia de la regeneración moral de la política.
J.P. Fusi y J. Palafox
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