El mundo en que vivimos
hoy día se diferencia radicalmente de cómo era a principios e incluso a
mediados de siglo. Y continúa modificándose en todos sus aspectos.
La aparición de las armas
atómicas ha subrayado de forma trágica la índole fundamental de tales cambios.
(…)Este acontecimiento ha planteado el problema de la supervivencia y de la
conservación de la humanidad en toda su profundidad. (…)
El deseo de democratizar todos
los sistemas políticos que rigen el mundo se ha convertido en una poderosa fuerza
político-social de primer orden. (…) la revolución técnico-científica ha
transformado numerosos problemas —económicos, energéticos, ecológicos,
demográficos, de abastecimiento y comunicación—, que considerábamos hace poco
como nacionales o regionales, en problemas universales (...)
En una palabra, las nuevas
realidades cambian toda la situación mundial. Se debilitan o desaparecen las
diferencias y contradicciones heredadas del pasado, pero aparecen otras nuevas.
Pierden importancia las divergencias y discusiones anteriores, pero ocupan su
lugar conflictos de distinto orden. (...)
Es evidente, por ejemplo, que la
fuerza y la amenaza de la fuerza ya no pueden ni deben seguir siendo un
instrumento de la política internacional. Nos referimos, en primer lugar, al
armamento atómico, pero no se trata únicamente de eso. Todos, y en primer
término los más fuertes, deben limitar por sí mismos y excluir totalmente el
uso de la fuerza en el exterior. (...)
La nueva etapa exige la no
politización de las relaciones internacionales. Nosotros no renunciamos a
nuestras convicciones, a nuestra filosofía y tradiciones, ni pretendemos que
nadie renuncie a las suyas (...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario