martes, 16 de julio de 2013

IMPERIO Y RELIGIÓN

La grandeza y la decadencia de España coincide siempre con la unión o el divorcio de lo espiritual y lo nacional. Así, la unidad nacional que forjan nuestros Reyes Católicos va estrechamente unida a la unidad espiritual y a la expansión de nuestra fe, y a la lado de las banderas de nuestros capitanes marcha inseparable la Cruz del Evangelio. Cuando, en cambio, nuestros valores espirituales sufren la enorme crisis de fines del siglo XVIII, con su invasión enciclopédica y sus logias masónicas, se resquebraja nuestra unidad y perdemos nuestro Imperio... No es un capricho el sufrimiento de una nación en un punto de su historia; es el castigo espiritual, castigo que Dios impone a una vida torcida, a una historia no limpia...
 Y es que España es la nación predilecta de Dios; sus grandes servicios a la Iglesia, por ningún pueblo igualada, no podían quedar sin recompensa; por ello, en medio de sus grandes crisis, no le faltó jamás su poderosa ayuda...

Discurso de Franco. 1942

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