“Una piragua
enorme viene disparada contra mi lancha como para abordarnos. A la distancia de
unos cincuenta metros vira y, al estar casi frente a nosotros, los guerreros de
proa arrojan vociferando sus lanzas. Mas el ruido queda ahogado por nuestras
salvas de fusilería. La sangre nos arde en las venas. Es un mundo despiadado, y
por primera vez sentimos un odio hacia la canalla asquerosa y voraz que lo
habita. Por eso levantamos el ancla y nos lanzamos en persecución de los
caníbales.”
Relato de
Stanley.
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