viernes, 12 de julio de 2013

LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA

Primo de Rivera, como todo dictador que se precie, anunció que sólo venciendo una íntima resistencia había dado aquel paso y que, como no albergaba ninguna ambición de mando, bien lo sabe Dios, en cuanto se restableciera el orden dejaría el gobierno en manos capaces. Pero, por lo pronto, disolvió las Cortes y designó un directorio militar. El general, era, quizá, algo bruto, paternalista y simple (de lo que se burlaron los intelectuales), pero es indudable que hizo cosas por el país. Lo primero extirpar, de una vez por todas, el cáncer africano, obligando a los ineptos jefes del ejército a retirarse para después, en una operación combinada con los franceses (cuyas posesiones en Marruecos también había atacado Abd elKrim), desembarcar en Alhucemas y asestar un golpe decisivo al caudillo rebelde. Abd-el-Krim se rindió a los franceses...

    El general no tenía programa político alguno, salvo el mantenimiento del orden publico y la unidad de la patria a todo trance, pero era inofensivo si no se le provocaba e hizo cosas por la paz que merecieron la alabanza de propios y extraños (grupos escolares, pantanos, carreteras, ferrocarriles...) y aprovechando que la peseta estaba fuerte y la economía nacional en expansión, creó empresas públicas que todavía perduran de una u otra forma (CAMPSA, Telefónica, Tabacalera, Confederaciones Hidrográficas); pero no consiguió hacerse perdonar por los intelectuales ni por los nacionalistas catalanes. Aunque tuvo muchos partidarios, el partido con el que intentó arroparse ("la Unión Patriótica, para gente de ideas sanas") nunca cuajó, mientras que, por el contrario, los grupos que se le oponían ganaban fuerza..."

Eslava Galán. Historia de España contada para escépticos.


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