No necesito decirles,
señores, que la situación mundial es muy seria (...). Al considerar lo que se
precisa para la rehabilitación de Europa, la pérdida física de vida, la
destrucción visible de ciudades, factorías, minas y ferrocarriles, fueron
correctamente estimadas, pero se ha hecho obvio en los últimos meses que esta
destrucción visible era probablemente menos seria que la dislocación de toda la
fábrica de la economía europea (...).
La verdad de la cuestión es que
las necesidades de Europa para los próximos tres o cuatro años en alimentos y
otros productos esenciales procedentes del exterior, principalmente de
América, son tan superiores a su presente capacidad de pago, que tienen
que recibir una ayuda adicional sustancial o enfrentarse con un deterioro
económico, social y político de un carácter muy grave.
El remedio consiste en romper el
círculo vicioso y restaurar la confianza de la gente europea en el futuro
económico de sus propios países y de Europa como un todo. El fabricante y el
granjero a lo largo y ancho de amplias áreas tiene que tener capacidad y
voluntad de cambiar sus productos por monedas cuyo valor continuo no esté
constantemente en cuestión
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