viernes, 12 de julio de 2013

LA REVOLUCIÓN DE 1830

Se sabía el día 28 ( de julio de 1830) que París estaba en plena insurrección; el cañón rugía; la campana gruesa de Nuestra Señora tocaba a rebato; aquel día no fuimos al colegio, pero los maestros que daban lecciones a mis hermanas vinieron a Neully, y por ellos supimos lo que ocurría en la capital; todas las calles cubiertas de barricadas, la tropa a la defensiva, la bandera tricolor izada en todas partes.
El 29 la lucha se acercó a nosotros: un obús, cayó silbando en el parque. Decía la gente que huía de París que la insurrección triunfaba, que la tropa fraternizaba con ella; la guardia se retiraba a Saint-Cloud para agruparse en derredor del rey. Dejo de insertar todos loa rumores y bulos que acompañaban a estas noticias demasiado verdaderas.
(…)
Al día siguiente las descargas de fusilería disminuyeron pero el desorden continuó; todo el mundo paseaba. Pronto comenzaron a preocuparse por cuestiones de alimentos, pues todo el tráfico de provisiones, todo comercio, estaba paralizado por las barricadas. Se preguntaban unos a otros qué ocurría, cosa que todos, menos los dirigentes, ignoraban completamente. La multitud parecía un inmenso rebaño de corderos cuyos  pastores habían sido expulsados y que se asombraban de no ver aparecer a los nuevos perros destinados a morigerarlos. Ningún mal instinto; a veces algún pánico; todo el mundo escapaba corriendo sin saber por qué; después se paraban y se echaban a reír. Un clamor se oyó: se acercaba un personaje popular que se dirigía al Ayuntamiento o al Palais-Royal, precedido de algunos de su claque, que encendían el entusiasmo de todos, sin tener idea del nombre del héroe al que aclamaban, felices por el solo motivo de poder manifestar así su civismo. Después sobrevenía un enternecimiento general; se abrazaban con furor, unos descargaban así un impulso patriótico; para otros, era resultado del extremo calor, como quien satisface la sed; para otros, en fin, la nueva costumbre de una era de fraternidad.


 François Ferdinad, príncipe de Joinville. Viejos recuerdos.

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